Todo marchaba bien. La vida era perfecta, no había de que preocuparse.
Ese día desperté temprano, tome una ducha tan relajante, desayune junto a mi perfecta familia.
Fui al instituto, como cada mañana, allí estaban mis amigos, tan ellos, con las características que hicieron que yo me rodeara de ellos.
Retuve todo lo que los profesores decían, no era el primero en mi clase pero estaba entre ellos, mis notas eran elevadas eso mantenía felices a mis padres, incluso a mi.
No tenía preocupaciones, nada lograba alterar mi estado, era feliz, fui feliz.
La noche trajo consigo una calma grandiosa, me coloque los auriculares, me recosté en mi frondosa cama y escuche música con volumen alto, cerré los ojos y quede dormido profundamente.
Desperté derramando una lagrima, el cartón que cubría mi cuerpo estaba mojado, llovió toda la noche, moría de frío, moría de hambre, imagino que así sería la vida de los jóvenes de mi edad…
Para mi no es así.