Y entonces un saludo que sonó como un rugido irrumpió el silencio.
Comprendí que era mi demonio, sabía que era yo en realidad, escapar era imposible esta vez…
Tomó mi alma y me llevó al infierno real, el mental.
Un grito sordo comenzó el frenesí.
Mi cordura fue devorada, supe que la vida ya no Volvería, la obscuridad me avía invadido por fin…
PL