Me haces recordar cuando era un niño, uno que se emocionaba al perseguir luciérnagas entre el colchón y las sábanas, ese brillo que no deja dormir.
Lo recuerdo.
Decenas de pequeños soles moviéndose contra el soplo del viento. Porque en la oscuridad de la noche, ellas siempre volvían a casa.
Eran rebeldes como yo.
La naturaleza tiene su propio lenguaje para nombrar las cosas. Y creo que los humanos no hemos hecho un buen trabajo al traducir la palabra. Rebelde.
Así como tú, tú y también tú. Yo no olvido los destellos a medianoche, ya no en luciérnagas que persiga, pero si en letras que también me proveen de luz, que me hacen viajar a través del viento y la vida, dejándome estar un corto tiempo, de nuevo en mi casa.
En nuestra casa.
En el 21-12 de la calle Noel.