No habías sido el primero en casi nada en mi vida, pero te juro que fuiste el primer amor por el que llore profundamente.
Esta no era una sensación de corazón roto, como todos decían, esta era la del alma quebrada, la vista ciega y los oídos sordos.
Sé que constantemente me mentía para hacerte la víctima y justificar cada una de tus acciones frente a los demás, y aunque me costó, logré reconocer que no era así.
Hoy admito que te quise y que lo sigo haciendo, pero por primera vez desde que creí conocerte, estoy segura que me respeto y me cultivo en abundancia como para liberarme de ti.
Después de tanta justificación, una decisión muy difícil.
Me gustaMe gusta