Hace 30 días que no sé nada de ti.
La misma cantidad de madrugadas que me he abrazado a tu recuerdo, pensando que me dará las fuerzas para seguir; vaya mentira.
Hace 30 medios días que me engaño con la idea de que pronto volveremos a sostener nuestros cuerpos.
Los mismos atardeceres que me he arranco las uñas de la desesperación de no verte llegar, llamar, escribir o hablar.
Hace 30 silencios que desconecté mi corazón para neutralizar el dolor de tu partida.
Las mismas noches que he dormido con las lágrimas, esas que cada mañana avisan que un nuevo número se avecina.