Luego de haberle jugado una pequeña mentirilla a esa chic@, decidí terminar mis pendientes, no estaba segur@ si seguir trabajando como desquisiad@ o recostarme.
Así que decidí tomar un respiro y mientras sonaba esa vieja canción en la radio, de esas que escuchaba mi mamá cuando se ponía a barrer tipo 10 am.
Con acrílicos y pinceles en mano empecé a pintar algo sin sentido, no tenía forma ni mucho menos lo calificaría como una obra de arte.
Cogí el celular y empecé a tomar fotos del proceso de «arte» y sin querer, pasé de la cámara a la agenda, deslizaba los contactos hasta que encontré ahí el número de mi «némesis».
¿Escribirle o llamarle?, opté por la primera y comencé con un «Hola».
Pasaron al menos 5 minutos y no respondió, pensé: «Quizá ha de estar ocupad@ con algun@ de sus tant@s amores», cuando de repente me vibró el móvil.
Al revisar, era su mensaje respondiendo mi saludo, de inmediato abrí el chat y le pregunté si estaba ocupad@, a lo que me respondió con un No.
Así que mi plan empezaba a tomar forma, y de inmediato le propuse que fuéramos a comer, sin titubear aceptó y quedamos en juntarnos.
Agarré mis cosas y dejé mi terapia artística en proceso, tomé dinero y agarré las llaves del carro. Estaba a punto de arrancar cuando me escribió y me dijo que me fuera en transporte público, pasaría por mi.
Y pues eso hice, en tan solo 20 minutos le he alcanzado hasta donde me indicó que esperaría y nos aventuramos a perdernos.
Lo confieso, me mataban las ganas de besarle pero traté no parecer tan desesperad@, así que dejé que el primer paso fuera de su parte y no mía.
Me vio fijamente a los ojos y se acercó a mi, empecé a sentirme nervios@ como la primera vez cuando en esa máquina de golosinas no he tenido cambio y me dio otro billete.
Estaba dispuest@ a que cualquier cosa pasara en ese momento…