Algo me está consumiendo, estas cuatro paredes estrechan cada vez más el espacio. Hay mucha decadencia a mi alrededor, me tambaleo mientras me muevo de rincón a rincón, sabiendo que es cuestión de tiempo hasta que mis músculos ya no puedan soportar el peso de mis huesos.
Quizá lo más sabio fue alejarme, nadie tiene por qué sentir compasión. No quiero perforar sus corazones, tampoco arrancarles lagrimas antes de tiempo. No tienen porque perder ese último recuerdo, cuando sonreí por última vez.
Solo el universo sabe lo feliz que era cuando no estaba solo, aunque debo admitir que aprendí a valorar la soledad, a quererla, a entenderla. Ahora tenemos una tregua, se convirtió en mi amiga, mi confidente, mi refugio. La única que estará conmigo hasta el final, cuando todo esto termine y decida por fin dar el salto de fe.