escurridas entre mis manos
las estrellas ahora iluminan
el fondo de un plato metálico
al tiempo que tocan una sinfonía
como de monedas que impactan.
Así del otro lado de la balanza
pesas amenazan con hundir el plato
mancillan el pulido metal
en el que antes puras se reflejaban
nadie sabe como nunca sucede
que una estrella cae con gracia
con impulso benevolente
como pequeños amaneceres
y el contrapeso parece ser suficiente
parece destruir la conformidad de su base
y se sacude a los lados para mantenerse erguida
y la pesa viene, aunque de gracia desposeída
a mantener la balanza bien puesta
y le agradece a la pesa que entre opacos
entre desilusión y cálculos mordaces
mantiene a la balanza bien puesta
ante cada sacudida violenta de estrellas fugaces