Conté cuatro «adiós» entre nosotros, el primero estuvo acompañado de una carga emocional llena de molestia y rencor.
Pero nos volvimos a buscar y me juraste amor a medias… lo acepté.
El segundo llegó con heridas profundas y una promesa de ambos a no volver, aunque quisiéramos lo contrario.
Pero el deseo ganó y nos perdonamos pecar de nuevo.
El tercero y cuarto fueron similares. Yo te dediqué unas letras de despedida, y tú un beso sin garantía. Juramos soltarnos, con la esperanza de ser felices junto a otras rutinas.
Pero los planes no resultaron como esperábamos y ahora solo queda esperar un quinto y quizá sexto adiós con más sabor a bienvenida que a despedida.