No olvido que fue empezando marzo cuando intercambiamos por última vez algunas palabras.
Busqué el porqué en cada espacio, entre cada letra y no lo encontré.
Más tarde entendí que hacía tiempo que habías elegido el silencio como esa nota de despedida nunca escrita, pero se te olvidó decirme qué era lo que habías puesto en ella.
Ahora, ya que los años han pasado, puedo confesar que aprendí a leerla como al braile, paseando mis dedos sobre las cicatrices que dejaste.
Supe que te fuiste porque no estabas dispuesto a esperar que me encontrara, y no es reclamo, solo lo veo como esa valentía de serte fiel, de tener claro qué era lo que no estabas dispuesto a hacer.
Pudo ser mucha carga estar a mi lado y no lo supe en su momento, y me atrevo a decir que realmente no me amabas y ninguno de los dos lo quería decirlo en alto, ninguno de los dos quería aceptarlo.
Ahora lo veo, lo siento, lo entiendo
Ahora te veo, te siento, te entiendo
Ahora me veo, me siento, me entiendo.
No te necesitaba aquí, aunque por tantos meses llore al no verte venir.
Solo me queda agradecerte por enseñarme sin estar,
por empujarme a buscarme,
por dejarme para que yo en verdad pudiera encontrarme, sin ti, sin nadie, solo conmigo.
-Amarela-