Desde hace unos meses Ares y yo hemos comprometido más nuestra complicidad, y ahora evolucionamos a un nivel más profundo de nuestro vínculo, en donde nos topamos con que nuestras edades son solo un número más que desaparece cuando las pieles se fusionan y somos uno solo.
Con él he pasado a olvidar una gran parte de la noción del tiempo, pero también he aprendido a sanar cada una de esas heridas.
Él besa mis labios, mi rostro, mi cuerpo y con cada beso suyo siento que las cicatrices van desapareciendo como arte de magia o como una irreverencia ante dolor.
Lo veo y me parece increíble que no piense en las diferencias que nos caracterizan y etiqueta sino en el amor profundo que nos declaramos juntos, a la distancia, desde aquí y el allá.
Por rebeldía al que dirán, hoy he decidido amarte, Ares.