Cual momento inoportuno, cual sorpresa predecida
se inscribió como juez de turno con una petición prohibida.
Yo te recibí, te recibo y te recibiré a vos y a las tantas travesuras del (tu/mi) pecado.
Una cosa te tengo bien dicha,
y es que esa maña tuya de ser luz y sombra
es la que me mueve y se queda entredicha.
Lo triste de todo lo que no se repite
es tener que resignarse a que no vuelva a ser,
sin embargo yo por vos y por nosotros
me arodillo y espero más placer.
Sabés que creo en las casualidades,
sabés que me aferro a las imposibilidades,
me gustás tanto que por esa locura muy tuya
no sé disfrutar de otras tantas banalidades;
porque frente a vos y justo en mi orilla
sigo repitiendo que vos sos el placer hecho persona
aunque tus labios ya no humedezcan a mi mejilla.
Para vos, mi único irrepetible. Vos que haces que el placer este al otro lado del mundo.